Evangelio para el sábado 16 de enero de 2016

16 de enero de 2016


Evangelio según San Marcos 2,13-17. 
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. 
Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. 
Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. 
Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". 
Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"


Reflexión:


“No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal.” (Lc 5,31)
Hay hombres robustos...que ponen su confianza en su propia justicia. Pretenden, de hecho, ser justos por ellos mismos y se consideran como gente de bien, han rehusado el remedio e incluso han matado al médico. Ahora bien, el Señor no ha venido a llamar a estos hombres robustos, sino a los débiles....

      ¡Ah, vosotros, que no necesitáis de médico! Vuestra fuerza no proviene de la salud sino de la locura...El Maestro de la humildad que comparte nuestra debilidad y nos hace partícipes de su divinidad ha bajado del cielo para mostrarnos el camino y ser él mismo nuestro camino. Sobre todo ha querido dejarnos el ejemplo de su humildad... para que aprendamos a confesar nuestros pecados y a ser humildes para llegar a ser fuertes y a hacer nuestra la palabra del apóstol Pablo: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Cor 12,10)...

      En cuanto a los que presumían de ser fuertes, que pretendían ser justos por su propia virtud han “tropezado con la roca de escándalo” (Rm 9,32)...Son estos hombres fuertes que se lanzaron contra Cristo vanagloriándose de la justicia... Se erguían por encima de la muchedumbre de los débiles que acudían al médico. ¿Por qué? Simplemente porque se creían fuertes...Mataron al médico de todos los hombres. Pero él, en su muerte, preparó para todos los enfermos un remedio con su sangre.


San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Discursos sobre los Salmos, salmo 58; CCL 39, 733-734

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